Las ingenieras andaluzas están pisando fuerte y cada vez copan más titulares en las noticias. El pasado mes de mayo, la ingeniera industrial Paloma Cubillas fue elegida directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Algeciras, obteniendo un 61,3% del voto en el proceso electoral. Cubillas es profesora del Departamento de Máquinas y Motores Térmicos y es la primera mujer que alcanza la dirección del centro en sus casi 50 años de historia. Estará al frente durante los próximos cuatro años y sustituye en el cargo al profesor Gabriel González. Ella es la protagonista de nuestra última entrega de la sección ‘Ingenieros Andaluces de actualidad’.
-Enhorabuena por su nombramiento, Paloma. Háblenos un poco de usted, ¿Por qué decidió ser ingeniera industrial? ¿Le viene de familia?
-Mi caso quizás sea un poco particular. Mi familia tiene tradición docente por ambas ramas. Desde pequeña mostraba especial interés por la docencia, como no podía ser de otra forma, pero también me apasionaba desarmar y volver a montar todo tipo de aparataje en casa. Sin embargo, conforme crecí, la rama biosanitaria, en concreto farmacia y medicina, era la que me entusiasmaba. En 3º de BUP confirmé mi amor por la biología, pero en paralelo me sorprendió el fantástico mundo que la física abría ante mis ojos. Así que empecé a plantearme la rama de la ingeniería como una opción formativa. En COU opté por hacer la especialidad tecnológica, pensando que de decidir finalmente medicina, sería «más fácil» ponerme al día con contenidos de biología, que no encontrarme con un handicap en física y dibujo.
Terminé COU con nota media de matrícula de honor y una estupenda nota media en selectividad que me permitió tener libertad para elegir aquello que quisiera estudiar, y tras debatirme entre la Ingeniería y la Medicina, finalmente ganó la ingeniería. Además, en mi ciudad natal (Algeciras) tenía la posibilidad de estudiar Ingeniería Industrial incluido el segundo ciclo (ahora Máster), y eso me hizo decantarme por qué rama de la Ingeniería elegir. Cinco años después era Ingeniera Industrial, estaba dando clases en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Algeciras y preparando mi doctorado. Al final, parece que mi vocación infantil docente también tuvo mucho peso a la hora de determinar mi destino laboral.
-¿Qué ha supuesto para usted ser la primera directora para la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Algeciras? ¿Cómo encara este reto?
-Para mi supone todo un honor, no por el hecho de ser la primera directora, sino por el hecho de que la comunidad universitaria de nuestro Centro haya depositado en mi toda su confianza para asumir la dirección y el futuro próximo de nuestra Escuela, con casi ya 50 años de tradición y con un papel clave en el desarrollo socioeconómico de nuestra comarca. Además fue el Centro donde me formé como Ingeniera Industrial. El hecho particular de ser la primera mujer que dirige el Centro sí lo estoy viviendo como un aliciente para las futuras ingenieras, un reclamo social que visibiliza el hecho de que a día de hoy mujeres y hombres podemos tener las mismas oportunidades en el mercado laboral, incluso en parcelas como la ingeniería que tradicionalmente no se asociaban a la imagen de una mujer.
El reto lo afronto con ideas de cambio y renovación, todo ello impulsado por una gran ilusión en la labor que me ha sido encomendada. La Escuela es un centro con abolengo y reconocido prestigio, y quiero dar lo mejor de mi asegurándole el sitio que se merece y le corresponde en el mundo de la Ingeniería.
–Según el IEAC, el peso de los estudios #STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) en Andalucía en los últimos años ha pasado de 21,4% del total de egresados en 2012 a 20,3% en 2019. ¿Qué pueden hacer los ingenieros y desde las Universidades para revertir estas cifras?
-Tengo entendido que, en el particular caso de la Ingeniería, el descenso ha sido casi de un 15%, lo cual pone de manifiesto el grave problema al que nos enfrentamos si esto sigue así. Personalmente creo que la ingeniería no tiene la visibilización social que se merece. Un niño no suele decir «quiero ser Ingeniero Industrial, o Ingeniero de Caminos, o Ingeniero Aeroespacial», sino que, por normal general, aspiran a ser médicos, policías, maestros, y esto es posiblemente consecuencia de que, en líneas generales, muchas personas no saben el papel fundamental que juega la ingeniería en nuestro día a día. Esto es una realidad, pero también era así hace 10 años, antes de la bajada de egresados.
Quizás circunstancias como crisis económicas, o que en bachillerato el alumno tenga difícil elegir el «paquete completo» de formación básica para estudiar ingeniería (física, dibujo y química), han sumado puntos en negativo a la hora de que los jóvenes se decanten por estudiar una ingeniería. Entiendo que entre las cosas que están en nuestra mano para tratar de mejorar esas cifras está la visibilización social de la labor tan importante, fundamental y apasionante, que la ingeniería lleva a cabo en nuestras vidas; quizás así consigamos algún día que los niños que tiene vocación para la ingeniería sepan identificarla y apostar por ella desde el principio: «Yo de mayor quiero ser Ingeniero/a».